TORMENTA DE NIEVE SOBRE EL MAR

Tormenta de nieve sobre el mar: Vapor frente a la bocana de un puerto es un óleo sobre lienzo (91,4 x 121,9cm) perteneciente a la categoría de pintura paisajista. Fue realizado por el artista inglés Joseph Mallord William Turner (1775 - 1851) en 1842 y, en la actualidad, se conserva en la Tate Gallery de Londres.

En primer lugar, es preciso señalar que esta obra pertenece a la etapa final de producción del pintor, de modo que supone la confirmación plena de un estilo tan personal y excepcional en la época. Por ello, habiendo sentido siempre atracción por los paisajes, su arte evolucionará hacia un especial gusto por la combinación de efectos atmosféricos y luminosos de la naturaleza. De este modo, anticipándose a los ambientes captados por el impresionismo y el interés de Monet por las experimentaciones con la luz en diferentes momentos del día, y de manera totalmente revolucionaria, Turner logra plasmar en sus pinturas una plena evocación espiritual y su conciencia de lo pasajero y del constante cambio al que está sometida la existencia humana.

En este sentido, Tormenta de nieve sobre el mar constituye un referente donde el mar enfurecido y el cielo borrascoso configuran un espacio que refleja la bravura de la naturaleza y en la que los barcos quedan sometidos a la fuerza de los elementos. Como consecuencia, la atmósfera recreada simboliza el estado de absoluto dominio que ejerce el océano sobre el ser humano puesto que, ante la inmensidad del piélago, queda empequeñecido y deja su destino a merced del temporal; lo cual se ve reflejado en el cuadro al ser absorbida la embarcación por el ambiente.

De hecho, existe el mito no demostrado de que el propio Turner pudo haber zarpado a alta mar y haberse atado al mástil de un navío durante cuatro horas, con el objetivo de contemplar con sus propios ojos y sentir en su propia piel las inclemencias de una tormenta marina. Sea como fuere, el artista sintió una gran admiración por la representación de la naturaleza indómita, ya que en ella encontraba una forma de representar la impotencia humana ante el soberano poder incontrolado que puede llegar a desarrollar. Por ello, pese al esfuerzo del progreso técnico e industrial, el ser humano sigue siendo vulnerable ante la magnificencia de la Madre Naturaleza, por lo que siempre acaba convirtiéndose en presa de ésta y no puede pretender ser superior.

Además, a nivel pictórico, Turner hace uso de una gama cromática de colores fríos y sombríos para realzar la sensación de indomabilidad y caos que transmite el cuadro. Por esta razón, el océano y el cielo se funden en una simbiosis de remolinos marrones y grises verdosos que desembocan en un efecto agobiante y terrorífico. Al mismo tiempo, la composición en bucle pretende integrar la mirada del espectador en el cuadro que, centrando su visión en el navío del centro, acaba creyendo estar en el interior de la tormenta.

Así pues, Turner en esta etapa final de su trayectoria artística demostró poseer una mentalidad rompedora con la concepción del arte, puesto que se desmarcó de la tradicional escenificación del paisaje para dotarlo de un sentido más individualizado y propio. De esta forma, a través del ímpetu y la expresividad de Tormenta de nieve sobre el mar, el pintor británico estaba preludiando la obra definitiva que lo consagraría dos años más tarde como uno de los máximos exponentes del romanticismo europeo: Lluvia, vapor y velocidad (1844). De hecho, la atmosfera vaporosa que irradian ambas pinturas da cuenta de cómo el artista había llegado a un grado de representación artística que rompía con todos los cánones del momento, puesto que configuraba un espacio casi atisbando la abstracción en el que la percepción del espectador es la que determina cómo se ve el cuadro y qué conclusiones se pueden extraer de él: ¿La fuerza de la naturaleza engulle al ser humano? ¿O, por el contrario, a través del desarrollo industrial, la humanidad será capaz de superar las barreras naturales? Cuestiones de este nivel de interpretación subjetiva de la obra de arte son las que marcarán la evolución del arte del siglo xx, siendo un buen ejemplo el pintor ruso Kandinsky quien, aludiendo al artista como un individuo dotado de una capacidad extraordinaria para reinterpretar el mundo, afirmó: <<El artista ha de tener algo que decir, pues su deber no es dominar la forma sino adecuarla a un contenido>>.

En definitiva, Tormenta de nieve sobre el mar es fiel reflejo de la conciencia de Turner sobre la posibilidad de cambio en la concepción de la obra de arte, puesto que trasladó una nueva forma de recrear el paisaje con el objetivo de abrir nuevos horizontes en la representación; exclamando él mismo en una ocasión: <<No pinto para que la gente me entienda, pinto para mostrar cómo se ve una escena en particular>>.

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