FRANZ LISZT AL PIANO
Franz Liszt al piano
es un óleo sobre tabla (119x167cm)
perteneciente a la categoría de retrato colectivo. Fue realizado por el artista
austríaco Josef Danhauser (1805 - 1845) en 1840 y, en la actualidad, se
encuentra en la Alte Nationalgalerie en Berlín.
Esta
obra se enmarca en un contexto en que la cultura alemana estaba viviendo un
renacer cultural en todas las artes, cuya esencia se basaba en el movimiento
literario del Sturm und Drang. Así pues, el ímpetu creador propiciará la
aparición de una enorme cantidad de personalidades que destacaran en cada uno
de los distintos ámbitos artísticos. Como consecuencia, durante el siglo xix, en los territorios germanos se
extenderá una conciencia colectiva de pertenecer a una misma identidad cultural
(pangermanismo) que acabará derivando en la unificación y conformación de
Alemania como estado en 1871.
En
este ambiente de exaltación de la cultura alemana, Josef Danhauser se configuró
como uno de los máximos exponentes del Biedermeier, al centrar su estilo
pictórico en la narración del pasado y del presente alemán bajo una estética
refinada al gusto de la burguesía intelectual de la época. Por ello, Danhauser
recibió el premio de la Academia Vienesa en 1836 por su obra de estilo
clasicista Abraham rechaza a Agar e Ismael y llegó a convertirse en vicerrector
de la Academia de Bellas Artes de Viena en 1838; alcanzando una gran repercusión
institucional que le permitiría extender su prestigio a nivel internacional, llegando
a realizar un viaje a los Países Bajos. Por tanto, ya consolidado como artista
referente de su época, en 1840, el pintor austríaco recibiría el encargo de realizar
un retrato de Franz Liszt acompañado de su círculo de amigos e intelectuales
que resolvería de forma excepcional.
De
este modo, Franz Liszt al piano es una pintura que recoge a las grandes
figuras de la cultura europea a mediados del siglo xix, donde encontramos al compositor en plena interpretación
musical. El pianista se muestra en una profunda actitud de concentración, casi
como un acto de inspiración que recibe de la contemplación del busto de Beethoven
ubicado sobre el instrumento de cola. Sin duda, la presencia de esta escultura
resulta fundamental para comprender el cuadro, ya que el genio de Bonn fue
clave en la formación de Liszt como pianista, a quien pudo conocer
personalmente y, de hecho, se cuenta que, tras escuchar al joven Liszt de 12
años, Beethoven, pese a su sordera extrema, se emocionó ante su talento, le dio
el conocido como “beso de consagración” y exclamó: <<Continúa
adelante. ¡Eres uno de los afortunados! Será tu destino traer alegría y deleite
a muchas personas y esa es la mayor felicidad que uno puede lograr>>.
Por esta razón, tras dicho encuentro, la estela de Beethoven siempre acompañará
a Liszt como bien se aprecia en la fuerza y vida de sus obras; siendo un
ejemplo el veloz y delicado ritmo de La rapsodia húngara nº2 que, por su
carácter melódico y dramático, se puede vincular con la Sonata para piano nº17
de Beethoven. De este modo, la mirada de Liszt al busto constituye una alegoría
más allá de la inspiración; puesto que se configura como la admiración que el
discípulo siente por su maestro que, siguiendo el instinto del genio creador romántico,
lo impulsa hacia el deseo superación y el desarrollo de un arte sin límites ni
fronteras.
A
sus pies, de espaldas al espectador, se halla su amada la condesa Marie d´Agoult
quien se deleita de la melodía que emana de las manos de Liszt, lo cual se puede
interpretar como un símbolo de la capacidad de la música para enamorar a través
de la belleza de sus notas y despertar sentimientos únicos en las personas. Las
otras dos figuras que se encuentran sentados se han identificado como los
escritores Amantine-Aurore-Lucile Dupin “George Sand” y Alejandro Dumas (padre)
o Alfred de Musset (este último además mantuvo una relación con George Sand), quienes eran amigos del compositor y su presencia en el
cuadro, junto con la del retrato del poeta Lord Byron ubicado en el fondo de la
estancia, representa la importancia clave que tiene la literatura en la
difusión en la difusión del pensamiento y de la imaginación puesto que, tanto
música como escritura, se configuran como las más sublimes formas de expresión
de las emociones humanas.
En
un segundo plano, de pie, se sitúan juntos el violinista Niccòlo Paganini y el operista
Gioachino Rossini quienes, al igual que el resto de personajes del cuadro (a
excepción de Marie d´Agoult que
contempla con pasión la música de su amado), dirigen su mirada hacia el busto
de Beethoven; lo cual representa la gran incidencia de la cultura alemana en el
resto de Europa ya que, hasta los propios italianos, cuya tradición clásica los
había situado históricamente en el centro del arte, ahora se inspiraban de la incipiente
estética germana. De hecho, Rossini llegó a recibir la felicitación del propio
Beethoven por su obra El barbero de Sevilla, puesto que el maestro alemán le
recomendó no componer otra cosa que no fuera ópera buffa ya que, tal y como ha
pasado a la historia de la música, con ella alcanzaría el éxito musical. También,
junto a la pareja de compositores italianos, se halla una tercera figura que
podría tratarse del escritor Víctor Hugo, quien
completaría también un triángulo de literatos franceses junto a George Sand y
Alejandro Dumas o Alfred de Musset que se sitúan a sus pies. De hecho, la presencia del retrato de Lord Byron, como iniciador del movimiento romántico en la literatura, vendría a remarcar la importancia de la literatura como otra de las artes clave que impulsaron el pensamiento y los ideales del Romanticismo.
Finalmente,
en el extremo izquierdo del cuadro, se encuentra una estatua de Juana de Arco
que, como gran icono de la lucha por la liberación del pueblo francés durante
la Guerra de los Cien Años, simbolizaría el deseo y el espíritu de libertad creadora
de los poetas, músicos, pintores y escultores del siglo xix. De esta manera, haciendo una mirada retrospectiva hacia
el mundo medieval, se pretende reivindicar el afán romántico por hacer frente
cualquier límite impuesto al arte y conseguir traspasarlo a través del poder de
la imaginación.
En
definitiva, con Franz Liszt al piano, Josef Danhauser no sólo realiza un
retrato imaginado de las grandes figuras de la cultura europea de su tiempo, al
igual que otros artistas contemporáneos como Antonio María Esquivel con Una
lectura de Zorrilla en el estudio del pintor (1846), sino que además
unifica tres grandes artes (pintura, literatura y música) a través de figuras clave de todo el continente europeo en su deseo por plasmar
la fuerza que puede llegar a adquirir la cultura de un pueblo y expandirse sin ningún límite de fronteras.
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