PAISAJE DE GRANADA
Paisaje de Granada
es un óleo sobre lienzo (80 x 45cm) perteneciente a la categoría de pintura
paisajista. Fue realizado por el artista catalán Mariano Fortuny y Marsal (1838
– 1874) hacia 1871 y, en la actualidad, se encuentra en el Museo Nacional de
Arte de Cataluña (MNAC) en Barcelona.
Para
contextualizar la obra, debemos señalar que se corresponde con los últimos años
de producción de Fortuny. Por aquellos años, el pintor reusense se encontraba
en su máximo apogeo profesional, tras haber cosechado un gran éxito por las
grandes capitales europeas de París y Roma. En este sentido, el caso más
notable de su éxito fue La vicaría (1870) que, tratándose de una gran
representación del realismo burgués, obtuvo una gran aceptación por parte de la
crítica francesa en la exposición llevada a cabo por el marchante Goupil,
llegando a impresionar al célebre Théophile Gautier y reflejando su
consagración pictórica internacional.
Así
pues, ese mismo año, ya como artista de renombre y junto a su familia, Fortuny
decidió trasladar su residencia a Granada. Este hecho no fue casual ya que la
capital nazarí representaba uno de los escasos reductos en toda Europa del
exótico mundo oriental pues, más allá de contar con la monumental ciudad
palatina de la Alhambra como el gran símbolo de la arquitectura andalusí, gran
parte de su ambiente y diseño urbano (con barrios como los del Albaicín o del
Sacromonte) era heredero de la cultura islámica que dominó durante siglos la
Península Ibérica. De este modo, Granada se presentaba como una ciudad idónea
para las necesidades artísticas de Fortuny quien, bajo una notable atracción
por el corriente orientalista que se estaba comenzando a difundir entre la
pintura europea (como es el caso de Mujeres de Argel de Delacroix, Jugando
al ajedrez de Jean-Léon Gérôme o El baño turco de Ingres), vio una
oportunidad para consolidarse como gran pintor de este nuevo movimiento de
tradición romántica.
Además,
al mismo tiempo, la obra de Fortuny serviría para revalorizar la imagen de la
Granada del siglo xix que, en
aquella época, había caído en un profundo olvido que derivó en un declive
económico, político y demográfico. De hecho, las sucesivas desamortizaciones habían
alterado y dañado gravemente su patrimonio eclesiástico; a la vez que la propia
Alhambra se encontraba en ruinas hasta que, a partir de 1830, se inició un
proceso de restauración estilística del monumento con la familia Contreras. Por
ello, buena parte de la pintura de paisaje del siglo xix idealizará la ciudad nazarí mediante su pasado como
capital del último gran bastión de Al-Ándalus para reflejar su gran peso
cultural.
Sin
embargo, a diferencia del canon idealizado prototípico del orientalismo, Mariano
Fortuny buscaba reflejar una dimensión más auténtica y verosímil que se
ajustara a la realidad de la Granada de la época. Por esta razón, Paisaje de
Granada nacerá de su pincel como una pintura que trataba de recrear una
vista del barrio de Antequeruela y del Campo de los Mártires, desde el cerro
Mauror de las Torres Bermejas y con Sierra Nevada de fondo, tal y como se
mostraba en 1871. Así pues, la imagen granadina se presenta como una estampa
única en el mundo por la excepcionalidad de su historia y de su cultura, pero
al mismo tiempo no se oculta la decadencia y abandono en que se encontraba en
aquel momento la ciudad.
Además,
conviene hacer referencia al particular dominio de la luz que caracteriza la
obra de Fortuny que se ve reflejado de manera muy significativa en esta
pintura. Mediante una pincelada rápida y suelta, el artista catalán crea una
atmósfera vaporosa que no deja de ser heredera de las obras de artistas
venecianos, como El Veronés, Tiziano o Canaletto, que había podido contemplar
en sus viajes por Europa. De este modo, Fortuny consigue impregnar su pintura
de un estilo lleno de efectos solares que realzan el concepto de objetividad
del cuadro.
Por
tanto, con Paisaje de Granada, Fortuny se reafirma como uno de los más
grandes pintores románticos de la historia del arte español, al focalizar su
mirada en la simbiosis entre el mundo oriental del pasado nazarí y la realidad
de la Granada decimonónica.
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