MONUMENTO A JAIME I "EL CONQUISTADOR"

El monumento al rey Jaime I “el
Conquistador” es una estatua en bronce realizada por el
escultor catalán Agapito Vallmitjana (1833 – 1905) inaugurada el 20 de Julio de
1891 en la Plaza de Alfonso “el Magnánimo” de Valencia, donde se
mantiene en la actualidad.
Para
contextualizar, es preciso señalar que la tipología de estatuaria monumental en
esta época estaba fuertemente extendida, ya que en numerosas ocasiones desde la
antigüedad ha sido una categoría empleada con una finalidad propagandística del
poder. Ahora bien, como ya se comentó en este blog con La Marsellesa, el
deseo de mostrar a la sociedad el nuevo ímpetu revolucionario por la
consecución de los nuevos valores de la modernidad llevó a una nueva concepción
de la escultura. Además, con el auge del sentimiento patrio romántico, se dota
de un nuevo impulso a la escultura pública con el fin de extender la cohesión
social en torno a unas mismas directrices.
En
este sentido, cabe remarcar el influjo del movimiento de la Reinaxença en Valencia,
Baleares y Cataluña; donde existía la conciencia colectiva de la pertinencia a una
cultura común que se extendía desde la Edad Media. Por ello, durante el siglo xix, se producirá la reactivación de
todo el aparato sociocultural que caracterizaba a los territorios del levante
peninsular. De este modo, aunque este corriente tuvo su máxima expansión en el
ámbito literario y la recuperación del uso de la lengua catalana, también el
arte se pondrá al servicio de la reivindicación por una identidad propia y distinguida
con respecto al resto de España. Por tanto, la repercusión del espíritu
nacional romántico en la sociedad levantina resulta fundamental para comprender
cómo se llegó a crear un nuevo ambiente cultural que derivó en el éxito de la
Reinaxença, cuya influencia marcó el devenir de la unidad histórica, social
y lingüística del pueblo de los antiguos territorios de la Corona de Aragón durante
los siglos xix y xx hasta el presente.
Así
pues, en este ferviente panorama de restauración del pasado cultural, El
monumento al rey Jaime I “el Conquistador” resulta una pieza de importante
valor en la comprensión de la incidencia de los valores nacionales del
Romanticismo. De hecho, Agapito Vallmitjana lleva a cabo un retrato ecuestre del
monarca bajo cuyo mandato la Corona de Aragón alcanzó su máxima expansión por
la Península Ibérica, al acabar con la dominación musulmana en las Islas
Baleares y en la Taifa de Valencia. Por ello, la idea de situar la figura del
rey triunfante en pleno corazón de Valencia adquiría no solo una función estética
y decorativa, sino también difusora de un momento trascendental en la historia
de la ciudad como fue la llegada del rey cristiano; tal y como indica el
pedestal sobre el que se alza la estatua: “Entró vencedor en Valencia,
liberándola del yugo musulmán, el día de San Dionisio, 9 de Octubre de 1238”.
Además, el monarca porta una serie de elementos
que se constituyen como símbolos culturales de la región; como es el caso del dragón
alado sobre su corona que era distintivo de la Corona de Aragón, y con el
tiempo derivó en el murciélago que hay sobre el escudo de Valencia, o su espada
que refleja la imagen del rey guerrero a través de su sencillez y falta de decorativismo,
recordando la frase que el rey en el lecho de su muerte pronunció a su sucesor
Pedro: “No envaines la espada hasta que haya sido expulsado el último
musulmán de la Península Ibérica”.
No
obstante, más allá del significado histórico de la escultura, la figura de
Jaime I se presenta como una alegoría del héroe romántico puesto que, al igual
que el rey con sabiduría y destreza logró ampliar exponencialmente su reino, el
ser humano moderno debe desafiar lo imposible por tratar de alcanzar la consecución
de sus metas. En este sentido, con el ligero movimiento de su mano derecha, el
monarca invita a mirar más allá de nuestros horizontes y así impulsarnos a
recorrer el mundo que se presenta ante nosotros, sin importar los obstáculos que
puede haber en el camino. De hecho, su apariencia como caballero rebela el
espíritu romántico de la búsqueda de la aventura y el triunfo en el campo de batalla
de la vida.
De
este modo, la imagen de Jaime I, como uno de los grandes monarcas conquistadores
medievales, alcanzará una amplia difusión en los territorios levantinos durante
el siglo xix, no sólo por ser una
figura clave de la cultura aragonesa sino por ser el rey quien dio un giro a la
historia de la Península Ibérica al consolidar la expansión cristiana en el siglo
xiii. Así pues, encontramos otras representaciones
notables como la de la fachada del Ayuntamiento de Barcelona realizada por
Josep Bover i Mas o la escultura ecuestre de Enric Clarasó que preside la Plaza
España de Palma de Mallorca.
En
definitiva, El monumento al rey Jaime I “el Conquistador” constituye una
notable muestra de cómo la escultura monumental romántica alcanzó una extraordinaria
labor de cohesión social, al propagar el sentimiento nacional e identitario que
recuperaba el pasado histórico y cultural de cada pueblo.
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