STONEHENGE
Stonehenge
es una acuarela (59,7x38,7cm) perteneciente a la categoría de pintura
paisajista. Fue realizado por el artista inglés John Constable (1776 – 1837) en
1835 y, en la actualidad, se conserva en el Museo Británico de Londres.
En
primer lugar, es preciso señalar que esta pintura se trata de una de las obras finales
de la vida del artista, lo cual se traduce en su madurez tanto a nivel
compositivo como simbólico. De hecho, en esta época, Constable estaba inmerso
en una profunda depresión que le perduraría hasta sus últimos días, a causa de
la muerte por tuberculosis de su esposa Maria Bicknell en 1829 y de su gran
amigo John Fischer. Por ello, ambos sucesos marcarán la producción artística del
pintor hacia un carácter de mayor expresividad dramática que rompe con la
armonía y naturalismo de sus primeras obras, como es el caso de la paz y
tranquilidad que irradian Valle de Dedham (1802) o La bahía de Weymouth
(1816). En este sentido, la obra de Constable es un reflejo de la evolución de
la vida del autor ya que, durante su etapa inicial, sigue el modelo pictórico
clásico de los grandes paisajistas barrocos (Claudio de Lorena, Poussin,
Canaletto, etc.) para acabar derivando en una pintura más subjetiva y retraída al
estar vinculada a los acontecimientos que determinaron su vejez.
Así
pues, Stonehenge es una acuarela donde el pintor británico plasma sus
inquietudes emocionales y sus mutables estados de ánimo. Además, en el
catálogo, esta obra aparece descrita muy posiblemente por el propio Constable
como: <<El
misterioso monumento de Stonehenge, erguido remoto en un páramo desnudo e ilimitado>>.
A través de esta reseña, se puede apreciar cómo el artista busca una inalcanzable
paz interior remontándose a un panorama solitario y aislado de cualquier rastro
de la civilización, que él mismo consideraba decadente por el impacto negativo de
la industrialización en la naturaleza y en la sociedad.
Por
esta razón, Constable nos remite al crómlech de Stonehenge ya que, en su
esfuerzo por hallar el equilibrio anímico, pretende refugiarse en la
espiritualidad de los rituales prehistóricos y el mundo místico de los chamanes
como reflejo de las creencias más sinceras y puras del ser humano. El mismo
pintor hablaba de su pintura: <<Debemos
recordar que el sentimiento de la imagen es de solemnidad, no de alegría y nada
chillón, sino todo lo contrario; sin embargo, debe ser brillante, clara, viva y
fresca, y todo el frente visto>>.
De este modo, Constable deja patente que la obra de arte debía servir para
transmitir un contenido trascendental que permita expresar los sentimientos del
alma humana puesto que, a través de una imagen, el artista debe ser capaz de
evocar su percepción del universo tanto exterior como interior.
Al
mismo tiempo, la atmosfera de pesadumbre que envuelve la pintura alude precisamente
a la soledad y angustia existencial que vivía el pintor en estos momentos
finales de su vida. Sin embargo, el cielo tormentoso se rompe a través de dos relucientes
arcoíris que contrastan con la oscuridad del entorno, aportando un conjunto de
luces que hacen frente a las sombras de la tempestad e iluminan el monumento megalítico
en su totalidad; lo cual se puede atisbar como un precedente de los juegos
lumínicos del impresionismo. Así pues, el arcoíris se presenta como un símbolo
de optimismo renovado frente a los obstáculos que surgen en la vida humana y
una esperanza por el renacer ante el vacío que conlleva la muerte del ser
querido, la cual se encuentra evocada a través de Stonehenge como lugar de sepultura.
Este
no es un recurso exclusivo de esta obra ya que, influenciado por las obras tormentosas
de los paisajistas holandeses del siglo xvii
como Jan van Goyen con Barcos de pesca en un estuario en la oscuridad
o Jacob van Ruisdael con Cementerio judío y ruinas en la Abadía de Egmond,
Constable anteriormente realizó La catedral de Salisbury vista a través de
los campos (1831), donde ya aplica el recurso del arcoíris para iluminar la
escena frente a la oscuridad que aportan las nubes. De hecho, en recuerdo a su
mujer fallecida, el propio artista incorporó a este último óleo de Salisbury unos
versos del poema Las estaciones de James Thomson: <<Que
el arcoíris es un símbolo de esperanza después de una tormenta que sigue a la
muerte de la joven Amelia en los brazos de su amante Celadon>>.
En
definitiva, Stonehenge se presenta como la culminación de la trayectoria
artística de un pintor que dedicó toda su vida al estudio del paisaje y los efectos
de la luz, lo cual se ve traducido en esta pintura dotada de una potente viveza
que se adelanta a las atmosferas vaporosas de su compatriota Turner (como la ya
comentada en este blog Tormenta de nieve sobre el mar), a las
experimentaciones lumínicas de los impresionistas y a la fuerza subjetiva del
expresionismo; consagrando a Constable como un pintor que introduce la modernidad
en el arte.
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