HESÍODO Y LA MUSA
Hesíodo y la Musa es un óleo sobre tabla (59 x 34,5 cm) perteneciente a la categoría de pintura mitológica. Fue realizado
por el artista francés Gustave Moreau (1798 – 1863) en 1891 y, en la
actualidad, se encuentra en el Museo de Orsay de París.
En primer lugar, es preciso señalar que Moreau está considerado
como un pintor de transición entre la pintura romántica y simbolista puesto
que, apoyando su estilo en la fantasía e ilusión del Romanticismo, crea un
lenguaje basado en la evocación de la realidad a través de temas bíblicos,
literarios y mitológicos que actúan como alegorías de ésta. De esta forma, el
artista parisino comenzará a establecer las líneas generales del movimiento simbolista
al traducir los propósitos del pensamiento romántico en un sistema metafórico centrado
en la plasmación de escenas de los grandes mitos de la historia de Occidente. En
este sentido, Hesíodo y la Musa es una obra que representa los ideales de
Moreau ya que, mediante la imagen del gran poeta heleno, pretende hacer reflexionar
sobre la importancia del arte en la sociedad de su tiempo.
Así pues, Moreau se remonta a la figura de Hesíodo como autor de la primera cosmogonía occidental porque, con ella, se inicia la cultura griega que determinará a toda Europa a lo largo de su historia. Además, se le dibuja junto a una figura alada que podría ser Calíope, como musa de la poesía épica, ya que actúa como personificación de la inspiración del poeta y le ayuda a tocar la lira para hacer sonar las mejores notas de su melodía. También, en lo alto de una gran montaña a modo de acrópolis, se levanta un templo clásico y, a la izquierda de éste, hay una gran estrella que brilla de manera intensa en el cielo; siendo ambos símbolos que evocan la presencia de los dioses que bendicen a Hesíodo en su acto de composición artística puesto que, al igual que ellos, el poeta crea su propio universo a partir de sus palabras e imaginación.
De este modo, la iconografía del tema clásico permite a Moreau realizar
un paralelismo con la situación del artista en la sociedad contemporánea, el
cual se considera así mismo como un ser dotado de un poder casi divino para modificar
el contexto de su tiempo. Por ello, al igual que Hesíodo explicando el nacimiento
del universo con la Teogonía, el artista moderno debe ser capaz de
buscar el origen de su propio arte para dar lugar al comienzo de una nueva cultura:
la contemporánea. Así pues, consciente de la marea de cambios sociales, políticos
y económicos que se habían producido en la Europa del siglo xix, Moreau aspiraba a la creación de un
modelo de arte basado en la elaboración de símbolos que, sustentados en la
propia tradición europea, sirvieran para crear el modelo de cultura de la
modernidad adaptada a las nuevas inquietudes y aspiraciones de la población.
Con todo, Moreau culminaba la pretensión del Romanticismo por edificar un nuevo concepto de sociedad a partir de la reminiscencia del pasado cultural griego, considerado como el ideal social por excelencia al fundamentarse en el equilibrio y la armonía. De hecho, el tema de Hesíodo con la Musa es un elemento recurrente en sus pinturas, como es el caso de Las Voces conservado en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, puesto que simbolizaba la voluntad de generar una imagen del artista como guerrero contra su tiempo que lucha por crear un nuevo orden. De esta manera, el arte se pretendía consagrar como un instrumento fundamental que debía servir para reivindicar el deseo de libertad y construir una Europa con unos valores renovados, al tiempo que se divinizaba la figura de los artistas como individuos capaces de crear cualquier obra.
En definitiva, Hesíodo y la Musa es una pintura que pretende
ensalzar la figura del artista moderno en su pretensión por crear un arte libre
en el que todo es posible. Por tanto, Moreau, tal y como él decía, se alejó de
la representación de la realidad para reinterpretarla a partir de su propia
experiencia: <<No creo ni en lo que toco ni en lo que veo. Solo creo
en lo que no veo, y solo en lo que siento>>.
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